Edulcorantes no generan más gusto por lo dulce

En tiempos donde la información en línea sobre temas de nutrición puede ser conflictiva y confusa, los profesionales de la salud deben buscar información científica confiable y recurrir a fuentes fidedignas—como autoridades normativas y organizaciones de salud—que basan sus conclusiones en la totalidad de la información disponible basada en evidencias. Esta necesidad fue uno de los temas de debate entre los expertos que participaron recientemente en un seminario organizado por la Fundación Iberoamericana de Nutrición (FINUT).

Uno de los temas que se debatió fue el supuesto aumento del gusto por lo “dulce” que provocan los edulcorantes no calóricos.

Durante su participación, el Prof. Emilio Martínez de Victoria, Catedrático de Fisiología de la Universidad de Granada en España, explicó que el dulce es uno de los sabores básicos, ya que el cuerpo humano “reconoce” el sabor dulce con la ayuda de los receptores del sabor dulce que se encuentran en la cavidad oral y son responsables por la detección inicial de un estímulo a dicho sabor. “Estos receptores responden a varias moléculas dulces incluyendo azúcares, polioles y edulcorantes”, detalló el especialista.

Se sabe que el gusto por lo dulce es innato. Nacemos con un gusto por lo dulce, sin embargo, éste va disminuyendo conforme alcanzamos la edad adulta. Una mayor preferencia por lo dulce durante la infancia puede reflejar una mayor necesidad energética y nutricional de los menores durante periodos de máximo crecimiento.

Se indicó que actualmente, no hay evidencias de que la exposición al sabor dulce resulte en un mayor apetito y/o consumo de azúcar o edulcorantes no calóricos. Lo que muestran las investigaciones disponibles es que, después de comer algo dulce, se reduce la afabilidad momentánea y el deseo de comer alimentos más dulces, un fenómeno conocido como “saciedad sensorial específica.”

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