Conozca los tipos de grasas y cómo afectan el organismo

El cuerpo depende de las grasas para una serie de funciones, son fuente de energía para las células, para el almacenamiento de energía y protección de órganos vitales, recubren los nervios para una mejor comunicación entre neuronas y a partir de ellas el cuerpo produce vitamina D y otras hormonas. Por ello, es importante incluirlas en la comida diaria eligiendo las adecuadas como parte de una excelente alimentación.

La nutricionista Mariela Parajeles, de Consultas Nutrición, nos explica las diferencias entre los tipos de grasas que existen y cuáles son las llamadas buenas y malas.

  • Grasas saturadas: Se encuentran en la carne y grasa animal, leche y productos lácteos. También en algunos aceites vegetales como el aceite de palma y el aceite de coco.
  • Grasas monoinsaturadas: reducen el colesterol LDL, también conocido como colesterol malo. Están en los aceites vegetales, incluidos el aceite de oliva y aceite de canola, en el aguacate y en la mayoría de las nueces.
  • Grasas poliinsaturadas: Se pueden subdividir en los grupos omega-3 y omega-6. Nosotros no producimos grasas poliinsaturadas, por lo que necesitamos obtenerlas a través de, aceites vegetales como el aceite de maíz y aceite de soya, chía, linaza molida, nueces y pescados grasos como las sardinas, el salmón y el atún. Son necesarios para el crecimiento celular, la función cerebral y sistema inmune.
  • Grasas Trans: Se forman de manera industrial al convertir el aceite líquido en una grasa sólida. Su efecto no es nada alentador, pueden aumentan los niveles de LDL y trigliceridos, bajan el colesterol HDL o colesterol “bueno”.

“A modo de resumen: las grasas insaturadas son buenas para la salud, las saturadas no son tan buenas y las trans son dañinas. Siempre que sea posible, elija aquello que proporcionen grasas saludables”, agregó Parajeles.

Entonces, para consumir grasas responsablemente revise la etiqueta de lo que compra, aunque posean poca grasa hay que analizar las cantidades de azúcar u otros almidones que se usan para sustituirla. El cuerpo digiere rápidamente estos carbohidratos refinados afectando los niveles de glucosa en sangre resultando en aumento de peso y riesgo de enfermedades.

 

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