En abril del año pasado la Universidad de Harvard publicó en la revista Environmental Health Perspective una investigación que se hizo con un grupo de mujeres y que concluyó que las personas que viven inmersos en un ambiente con árboles tienen una tasa de mortalidad menor, en un 12%.
Además de la reducción del estrés, se crea un clima de mayor compromiso social, se refuerzan las relaciones, se hace más actividad física, se entra en un estado de relajación y concentración en un mejor ambiente, al aire libre, donde los árboles tienen ese efecto atemperador, la calidad del aire es mayor y se reduce la exposición a la contaminación atmosférica y acústica.
Otro estudio elaborado por la Universidad Autónoma de Madrid se enfocó en cómo la naturaleza cercana actúa como moderadora del estrés infantil: “demuestra que la naturaleza tiene profundos efectos positivos directos sobre las personas, ayudándonos a recuperar nuestra capacidad de atención y reestableciendo nuestro equilibrio psicológico, y que la naturaleza es capaz de reducir el efecto negativo de situaciones adversas.”
William Crain, psicólogo y pedagogo del City College de Nueva York, afirmó que los niños que pasan suficiente tiempo en plena naturaleza desarrollan más sentimientos positivos hacia otras personas, se sienten en mayor armonía con el mundo y están más relajados.
Todos estos elementos relacionados con la tendencia global de bienestar o “wellness” que se han incorporado en Santa Ana Country Club como punta de lanza del proyecto y se dirige a brindar ese antídoto para las familias y ejecutivos(as) de zonas vecinas.
Desde su concepción, se prioriza la calidad de vida, al incorporar aspectos que ayudarán a sus clientes a dedicarse tiempo a sí mismos en un ambiente muy natural, con jardines y bosque. Santa Ana Country Club promete ser una especie de oasis cerca de grandes centros de negocios y residenciales.
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