Se convierte en espacio para forjar valores como la solidaridad
Liberación de la hormona de la felicidad y desconexión de la tecnología son dos de los beneficios que tiene la comida que se comparte con la familia, amigos o compañeros de trabajo.
De acuerdo con María Ester Flores Sandoval, psicóloga, la comida desempeña un papel significativo en la vida social y en la expresión del afecto que se manifiesta en eventos como las cenas de Navidad, las celebraciones de fin de año, los cumpleaños, las carne asadas, entre otras actividades.
Alimentarse, en especial en compañía, desencadena la liberación de oxitocina, que se conoce como la “hormona de la felicidad”.
Además, cuando se comparte una comida con otras personas, la mesa se convierte en un espacio donde se forjan valores de respeto, solidaridad, unión, amor, compañerismo, entre otros, se considera una oportunidad perfecta para enriquecer las relaciones sociales.
“Estos encuentros proporcionan un valioso respiro en la vida diaria altamente tecnológica. Ayudan a desentenderse de los dispositivos electrónicos y redes sociales, y permiten que las personas se concentren en conversaciones significativas y relaciones interpersonales”, comentó Flores.
De igual forma, se fomenta la interacción, el diálogo abierto y la construcción de conexiones personales más profundas.
Incluso, compartir un platillo impulsa a las personas a convertirse en anfitriones excepcionales, estimulando su deseo de crear recetas más elaboradas y elegir sus ingredientes favoritos, así como fomentar una cultura de hospitalidad.