De acuerdo a las estadísticas de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS), en nuestro país nacen alrededor de 78.000 niños a término y un 10% de estos alumbramientos, corresponden a niños prematuros.
Un niño prematuro es aquel que nace antes de las 37 semanas de gestación, lo que provoca que este bebé venga al mundo con bajo peso y tamaño, una piel muy delicada, cabello fino, genitales inmaduros, poca fuerza y en general, sea frágil y vulnerable a su entorno.
Según señaló el doctor Mauricio Amador, jefe de la Unidad de Neonatología del Hospital de las Mujeres, Dr. Adolfo Carit Eva, esta situación es causada por diferentes razones, entre ellas, un control prenatal inadecuado de la madre, infecciones vaginales, el consumo de drogas, las edades extremas en las madres gestantes y la presencia de enfermedades crónicas, como la hipertensión y la diabetes.
Atención médica especializada
Los bebés prematuros requieren cuidados especializados al nacer para garantizar un óptimo desarrollo y sobrevivencia, fuera del vientre materno.
Un niño pre-término tiene deficiencias importantes en su aparato respiratorio y renal, dado que no completaron su desarrollo. Además, no poseen los anticuerpos necesarios para defenderse de las bacterias que provocan infecciones y son incapaces de mantener una temperatura corporal idónea.
Por esta razón, mantener la temperatura del cuerpo, la humedad de la piel, la luz, el monitoreo constante de los signos vitales y también el control ambiental, son determinantes para crear un entorno similar al útero de la madre.
Afortunadamente, en nuestro país existen las condiciones y la tecnología necesaria, para ayudar a estos bebés prematuros en su lucha por la vida, por ejemplo, las incubadoras que brindan las condiciones idóneas de temperatura, luz y acceso al bebé de una manera no invasiva; así como lámparas que ayudan a superar la ictericia – presencia de bilirrubina en la sangre-.