Su trabajo es conocer los vinos, es el enólogo Jefe de Viña Canepa y uno de los más reconocidos de su área, Javier Solari nació el 26 de septiembre de 1971 en Los Andes, ciudad ubicada en el centro-norte de Chile. Su padre se desempeñaba como Oficial de Ejercito, por lo que fue común vivir en diferentes ciudades durante su juventud, no obstante, Santiago fue donde residió la mayor parte del tiempo.
Decidió estudiar agronomía en la Universidad Mayor, la primera universidad privada en instaurar una escuela de esta especialidad, graduándose como Ingeniero Agrónomo con mención en Agronegocios en el año 2000.
El interés de Javier por el mundo vitivinícola surge por influencia de un buen amigo de sus padres, quien tenía una pequeña bodega de vinos en la zona de Curicó. Sin tener claridad sobre cuál sería su futuro, una vez egresado de la universidad Solari decidió trabajar en esta bodega durante la época de vendimia, teniendo la oportunidad de conocer el rubro y sus tantos detalles.: “supe enseguida que eso era lo que quería para mí”, manifestó, fue allí cuando decide especializarse en Enología y Viticultura en la Universidad de Chile.
En 1999 efectuó su práctica profesional en la bodega de Puente Alto de Viña Concha y Toro, luego emprendió nuevos desafíos dirigiéndose a Oregón, Estados Unidos, donde trabajó en la vendimia de Willamette Valley Vineyards.
De regreso a Chile, Javier se desempeñó como enólogo jefe de Viña Anakena, La Fortuna y Casas del Toqui durante 2, 2 y 4 años, respectivamente, para enrolarse nuevamente en Concha y Toro el año 2008 para hacerse cargo de su nuevo proyecto enológico: Viña Canepa. Hoy habita en la zona de Paine, en la provincia de Maipo, llevando adelante un trabajo cuidadoso y cercano a los viñedos, asegurando así la calidad de los vinos.
“Lo que más me agrada es vivir en una zona rural y tranquila, pero cercana a la ciudad de Santiago. Esto me permite llevar el estilo de vida que quiero, pero con las comodidades que la gran ciudad ofrece”, expresó.
Javier vive junto a su esposa, Waleska, con quien lleva un matrimonio de 16 años y tiene dos hijos: Sofía (14) y Santiago (3), declaró que cuando llega a casa deja de lado su rol como enólogo y se convierto en el papá de la Sofi y en el “papa-tata” del pequeño Santi. También el chef de su casa, un talento que descubrió hace unos años y que lo ha llevado a buscar y reinventar nuevas recetas, las que comparte en compañía de su familia y amigos junto a una copa de buen vino.
Además de las artes culinarias, sus pasiones se dividen entre la buena música y el deporte, como jugar a la pelota, correr, andar en bicicleta o cualquier otra actividad que pueda desarrollarse al aire libre.