La pérdida de nuestra cocina autóctona es más evidente durante las fiestas de diciembre
Este año además de ser atípico, por motivos de la pandemia, ha sido especialmente doloroso ver como muchas de nuestras costumbres culinarias se han perdido. Esta época era distintiva por sus reuniones familiares o con amigos, pero bueno eso no podrá suceder este año por motivos sanitarios. Pero una de las cosas más hermosas de esas reuniones era el sentarse alrededor de una mesa llena de comida a compartir con esas personas realmente especiales para nosotros.
Esos momentos familiares estaban llenos de sabores muy tradicionales de nuestra tierra y variaban notablemente, dependiendo de la región del país y de su acervo cultural. No era lo mismo una cena en el Gran Área Metropolitana que una en Limón o Puntarenas. Recordamos como esperábamos esos encuentros, generalmente en las casas de nuestros padres o abuelos y nos atrevemos a mencionar algunos de los platillos que recordamos degustar. Para empezar, nos recibían con un clásico tamal, un delicioso café y en no pocos lugares una bebida más fuerte como un rompope o una chicha, para comenzar a entrar en calor en las tradicionalmente noches frías de fin de año. Se colocaban platos con pures, frijoles molidos, dips como el de queso crema con maíz dulce o atún con mayonesa y cebolla, acompañados de unas frituras de fruta de pan, plátano verde o maduro y la tradicional yuca frita. Al momento de estar juntos en la mesa degustábamos cosas tan deliciosas como un nutritivo arroz con pollo, con atún, con pejibaye o con camarones, delicadamente acompañada de una ensalada elaborada con gran variedad de vegetales, o bien, un arroz a la jardinera (llevaba trocitos de papa, zanahoria, vainicas, petipoas, maíz y otro sin fin de verduritas de acuerdo al gusto de la cocinera) acompañado de un trozo de carne, un pollo relleno o una riquísima gallina achiotada, con la ya mencionada ensalada o un pure de papas. Para rematar se servían los postres los cuales tenían un gran muestrario de posibilidades, desde unos maduros en gloria, cajetas de leche, mechudas o un delicioso pastel o queque navideño el cuál era un pastel con frutas confitadas, pasas y un toque de cacique para darle sabor. Sin faltar otro cafecito para la digestión.
Somos conscientes que la gastronomía debe de avanzar, pero tomando como base la cocina ancestral de nuestro país. Pero hemo visto como nuestra cocina ha sido desplazada por modas o tendencias extranjeras. Ahora vamos a un restaurante pidiendo como entrada una ensalada César o Mediterránea, plato fuerte una hamburguesa, un T-Bone, un corte Nueva York o una pizza y para terminar un Tiramisú, una crema catalana o algo de chocolatería belga o francesa.
Esto ha provocado que nuestra cocina tradicional se vea relegada a lo que se ha dado a conocer como Cocina Artesanal, convirtiéndola en una categoría de cocina particular, cuando en realidad no es otra cosa que la cocina y la comida con la que crecimos siendo niños.
Nuestros festejos se apoyan en gran cantidad de platillos extranjeros y en costumbres propias de países como los Estados Unidos, Francia, Alemania o Francia, entre otros. Reposterías y bebidas lo mismo, preferimos vinos o espumantes extranjeros antes que los tradicionales vinos de nance, chicha, chicheme, una leche de burra, una crema o una horchata.
En fin, esperamos que este fin de año recordemos nuestros platillos autóctonos y disfrutemos de una tradicional cena costarricense. En este nuevo año celebraremos 200 años de vida independiente y es un buen momento para rescatar esas raíces propias de nuestra cocina, enriquecidas por décadas de preparaciones y técnicas que deberían de llenarnos de orgullo, debemos de posicionar nuestra cocina como uno de los puntos país distintivos.
Les deseamos un feliz año nuevo y que este 2021 solo traiga bendiciones y prosperidad a ustedes y sus familias.