Un lugar plagado de paz y naturaleza con una atención muy especial
Se trata de uno de los lugares más emblemáticos de Heredia, todos de una u otra forma han escuchado hablar del hotel El Tirol, uno de los hoteles de montaña más famosos de la provincia de las flores.
Se localiza en el cantón de San Rafael, distrito de Los Ángeles, tres kilómetros al norte del Castillo Country Club, a una altura de 1,800 metros en un bosque nuboso y adyacente a tres Parques Nacionales; el Braulio Carrillo, el Volcán Barva y el Poás.
Hace unos años cerró sus puertas, pero una nueva administración le inyectó capital, lo remodeló y en diciembre reinició operaciones, la plataforma gastronómica Bares y Cafés atendió la invitación para pasar una noche y vivir la experiencia como un huésped más.
Lo primero que llama la atención es la entrada, esos árboles centenarios que le dan la bienvenida al cliente y lo sumergen de una vez en el ambiente de la montaña, junto con el aire frío y fresco.
Nos hospedamos en la suite familiar, la cual es para hasta ocho personas, tiene dos pisos, cada uno con dos camas dobles, televisor, armario y baño, esta suite es la única con balcón. Son en total 35 habitaciones, dos que cumplen con la ley 7600.
Realizamos una caminata por las instalaciones, frente a la capilla hay una plazoleta la cual iluminaron al estilo mexicano, cerca de las otras habitaciones instalaron sillas y mesas tipo glamping, ideales para unos vinos acompañados de una tabla de fiambres.
Menú
Llegó la hora de la cena, el hotel tiene dos ambientes: el restaurante y el Pub 70, nos inclinamos por el segundo. El ambiente es muy pub, su menaje es de palets, pero tiene un defecto: luego de una media hora, ya la madera incomoda y se vuelve necesario mover un poco las piernas.
Respecto al menú, pedimos una pizza mitad Pub 70 mitad Tropicalia, además unas papas en gajos y una hamburguesa Pub 70. Si nos vamos a la relación calidad-precio, la pizza estaba muy buena, sin embargo, algo pequeña para lo que nos cobraron, caso contrario la hamburguesa, cuya torta estaba bien cocinada, un pan brioche nada pesado y las papas cumplieron con su labor.
Nos acercamos al restaurante para compartir unas bebidas y admirar no solo su piano, también la preciosa barra, es más, hasta fuimos testigos de una petición de matrimonio orquestada a la perfección por el personal.