Actividad física es fundamental para regular el estado de ánimo
Comer en forma desorganizada y haciéndole caso a las emociones, son dos de las características principales del hambre emocional, uno de los factores que está relacionado directamente con la obesidad y el sobrepeso.
De acuerdo con Adriana Vargas Valverde, psicóloga clínica del Centro Especializado en Obesidad y Sobrepeso del Hospital Internacional La Católica, es muy común que cualquier persona pueda padecer de este tipo de hambre durante el día, ya que las emociones influyen en el diario vivir, impactando directamente en el comportamiento y alimentación sin límites en los pacientes.
“Esto lo que implica es que la persona tenga deseos de comer, pero sin hambre fisiológica; se deja llevar por una razón emocional, como la tristeza, enojo, miedo, por estrés, o soledad, entre otros. El hambre emocional lo que hace es vincular la comida como una forma de llenar ese vacío emocional”, explicó.
Vargas manifestó que es importante diferenciar entre el hambre física y la emocional: en la primera, la persona tiene sensación que se genera poco a poco de vacío en su estómago, también hay movimientos y sonidos gástricos, se pueden presentar dolor de cabeza o mareos por la baja de la glucosa en la sangre.
Mientras que en la segunda, se inclina por alimentos crujientes y dulces, poco saludables: “otro elemento ligado al hambre emocional, es cuando estamos ante niveles muy elevados de estrés. Niveles altos de cortisol, la hormona del estrés, tiene un impacto directo en el aumento del hambre, lo que promueve una mayor acumulación de grasa y tejido lipídico en el abdomen”, comentó.
Según estimaciones del Global Health Expenditure Database de la Organización Mundial de la Salud (OMS), para el 2060 Costa Rica se convertiría en el tercer país del mundo con mayor obesidad, con una incidencia del 94%.